Desigualdad: las compañías empiezan a adoptar medidas

Desigualdad: las compañías empiezan a adoptar medidas

Las expectativas que tiene la gente respecto de las empresas están cambiando.  Cada vez más, ciudadanos y consumidores les exigen que desempeñen un papel activo para abordar los principales problemas de nuestro tiempo. Aunque el medio ambiente representa el principal desafío, no es el único. Distintas temáticas de ámbito social, y las desigualdades en particular, están ganando relevancia.

EL MEDIO AMBIENTE, PROBLEMA INELUDIBLE EN LA ACTUALIDAD

La última década puede considerarse como un período de realizaciones lentas, pero imparables. Distintas ONG, organismos y ciudadanos de todo el mundo han hecho sonar la alarma en un intento de lograr una mayor concienciación sobre la emergencia climática. Incluso en mayor medida que los Gobiernos soberanos, determinadas compañías multinacionales líderes han sido escogidas para llamar la atención, resultándoles imposible ignorar el problema. Como consecuencia, las principales compañías han ido realizando diferentes anuncios en número creciente durante los últimos años, aunque no sin levantar sospechas – en ciertos casos fundados – de falsear información (“greenwashing”). Entre estos anuncios destacamos el objetivo de neutralidad de carbono en 2025 (Kering), un programa de desinversión en aquellas industrias más perjudiciales para el medio ambiente (Axa), la compensación del 100% de las emisiones de CO2 de los vuelos interiores (Air France) y una inversión de 400 millones de dólares para la investigación de energías limpias (Total). Ya podemos apreciar avances concretos. El desempeño medioambiental es un factor cada vez más considerado en las estrategias de las grandes compañías, al tiempo que los miembros de los comités ejecutivos responsables de estos temas están ganando importancia. La decisión adoptada por el primer grupo cotizado del sector inmobiliario comercial en Europa, Unibail-Rodamco, de vincular una parte de la retribución de sus ejecutivos con el desempeño medioambiental resulta muy revelador.

RESPONSIBILIDAD SOCIAL, UNA ELECCIÓN REALISTA PARA LAS COMPAÑÍAS

Al igual que el medio ambiente en años anteriores, las temáticas de orden social están ganando una importancia creciente. Frente a una mayor demanda de igualdad en todo el mundo, los Gobiernos soberanos están empezando a plantear tímidas soluciones a un problema que podría suponer un desafío importante para el futuro de las democracias. Asimismo, el sector privado también se ha visto implicado. Al igual que ocurrió con el medio ambiente, combatir la desigualdad se está convirtiendo en un factor clave para la imagen de una compañía, y más en concreto su Responsabilidad Social Corporativa. De hecho, los compromisos relativos a la RSC son ahora esenciales para mejorar la imagen de una compañía, tanto a nivel interno – para fomentar el compromiso de los empleados – como externo, para captar nuevos clientes.

Los inversores corporativos no son ajenos a tales compromisos. Al margen de los aspectos morales, la RSC también es una herramienta a disposición de las compañías para demostrar su visión estratégica a largo plazo. Asimismo, esto proporciona tranquilidad a los analistas financieros respecto de las perspectivas a largo plazo de cada compañía. El auge de los fondos basados en criterios Medioambientales, Sociales y de Gobernanza (MSG), que han crecido un 34% en dos años y que gestionaban un volumen de activos por importe de 30.700 millones de dólares en 20181, son una clara muestra de esta nueva realidad.

¿CÓMO FORMALIZAR EL COMPROMISO SOCIAL?

Para dar soporte a esta tendencia subyacente, se han diseñado nuevos planes de acción en beneficio de las compañías. El objetivo es la adopción de medidas – y demostrar que –, combinando el objetivo de rentabilidad con el compromiso social. “Business for Inclusive Growth” (B4IG) es una de estas iniciativas2. Creada en 2019 y coordinada por la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), agrupa a 34 compañías multinacionales, tales como Johnson & Johnson y Schneider Electric. Todas ellas están comprometidas con la “intensificación de sus esfuerzos para avanzar en materia de derechos humanos en todos los niveles de la cadena de valor.” Tal y como explica Emmanuel Faber, CEO de Danone: “En muchos países del G7, la erosión de las clases medias, que son el fundamento de cualquier economía de mercado, debería ser un motivo de alarma, ya que se ha demostrado que superado un cierto nivel, la desigualdad afecta negativamente a la economía.” No se trata por tanto de “una cuestión de ideología”, sino de “realismo”, para “hacer un llamamiento a la acción colectiva e inclusiva por parte de Gobiernos y compañías.”

Otra opción para las empresas es formar parte de un sistema de certificación acreditado. El más conocido probablemente sea “B Corp”, cuyo eslogan es “No trates solamente de ser el mejor del mundo, sino de ser el mejor para el mundo.” Presente en 60 países, la certificación “B Corp” ha sido diseñada para compañías que adoptan prácticas responsables y establecen objetivos ESG claramente definidos. La idea es evitar que las empresas se limiten a anunciar sus buenas intenciones, y que obtengan resultados tangibles hechos públicos sobre temas específicos. Dicho esto, debemos destacar un factor limitante principal – son las propias compañías quienes eligen los objetivos respecto de los cuales serán objeto de valoración.

Con ese mismo espíritu, Francia aprobó la ley PACTE3 en mayo de 2019, creando el estatus de “compañía con una misión.” Se centra en compañías que se han fijado voluntariamente uno o varios objetivos sociales o medioambientales. Un aspecto clave, en este caso, es que un enfoque de esta naturaleza requiere la implicación de todos los grupos de interés de la compañía y debe ser respaldado a través de un compromiso formal por parte de los accionistas. Una aseguradora líder, Maif, ha sido la primera firma en cambiar su estatus pasando a ser una ‘compañía con una misión’ tal y como establece la nueva legislación. Describiéndose a sí misma como “la aseguradora militante”, el grupo quiere utilizar su nuevo estatus corporativo como un factor diferenciador en un mercado altamente competitivo. Su CEO, Pascal Demurger, publicó un libro en 2019 con un título que resume su forma de pensar: “L’entreprise du XXIe siècle sera politique ou ne sera plus4, es decir, que la empresa del siglo XXI deberá comprometerse políticamente o dejará de existir. Este enfoque puede parecer provocativo en la actualidad, pero podría resultar esencial en el futuro.

Notas —
1. Fuente: Global Sustainable Investment Alliance 2018.
2. https://www.capital.fr/economie-politique/lutte-contre-les-inegalites-34-entreprises-mondiales-sengagent-1348040.
3. “Plan d’Action pour la Croissance et la Transformation des Entreprises”, es decir “Plan de Acción para el Crecimiento y la Transformación de las Empresas”.
4. Edición
L’Aube, junio de 2019.
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