El cambio climático: ¿Cómo gestionar el agua de forma sostenible?

El cambio climático: ¿Cómo gestionar el agua de forma sostenible?

El verano de 2022 fue uno de los más cálidos que se hayan registrados1. Mientras se alcanzaron temperaturas récord desde Estados Unidos hasta Irán, la temperatura media en Europa durante el mes de agosto fue 1,72°C superior a la del mismo mes en el periodo 1991-20202. Estos fenómenos, que están destinados a ser cada vez más intensos y frecuentes, tienen enormes repercusiones en el bien más preciado de la humanidad: el agua. La adaptación de la gestión del agua a esta nueva situación es una cuestión clave para satisfacer las necesidades tanto de las poblaciones locales como de la agricultura, que actualmente consume cerca del 80% de los recursos hídricos mundiales.

Más de un tercio de la población mundial sufrirá estrés hídrico en 2022. Si se mantienen las tendencias actuales, la ONU predice que podría afectar a la mitad de los 10.000 millones de habitantes del mundo en 20503. Debido al crecimiento de la población y a la creciente urbanización, se espera que la demanda de agua aumente en más de un 30% para 2050. El tema es aún más importante, ya que abarca una serie de problemas diferentes. Por ejemplo, para 2100, dos tercios de los glaciares del Himalaya y del Hindu Kush podrían haberse derretido, con las inevitables repercusiones en los principales ríos de Asia, desde el Ganges hasta el Mekong4.

Agricultura: cambiar el modelo para afrontar el reto del agua

La agricultura es obviamente uno de los sectores más afectados por el calentamiento global y el cambio climático, ya que sigue dependiendo principalmente de las lluvias. Cuatro de cada cinco hectáreas cultivadas en el mundo dependen de ellas. Cualquier reducción -o aumento- de las precipitaciones es una gran amenaza que podría destruir cosechas enteras.

Este era el caso incluso antes del rápido aumento del calentamiento global presenciado en los últimos años. Un estudio publicado en la revista Environmental Research Letter5 ha demostrado que la gravedad del impacto de las sequías y olas de calor en la producción agrícola casi se ha triplicado en 50 años. Mientras que la caída de la producción fue del 2,2% en el periodo 1964-1990, alcanzó el 7,3% entre 1991 y 2015. Las primeras víctimas son los cultivos que más dependen del riego: los cereales y, en menor medida, las hortalizas, la vid y la fruta. Para estas zonas, los efectos son potencialmente devastadores. En el Cuerno de África (Somalia, Etiopía y Kenia), más de 16 millones de personas corren el riesgo de sufrir una hambruna. Aunque la peor sequía de los últimos 15 años está afectando a California, también hay señales de alarma para una amplia zona que se extiende desde el Estrecho de Gibraltar hasta el noreste de China, pasando por África. China, por ejemplo, podría ver caer su cosecha de arroz entre un 10% y un 20% este año, según la agencia financiera Fitch6.

Sin embargo, se pueden tomar medidas, y uno de los aspectos prioritarios es el rendimiento obtenido por los agricultores. Una de las claves para mejorar esto es una mejor selección de los cultivos, en favor de aquellos capaces de evitar o tolerar el estrés hídrico. En África Occidental, algunos cultivos tradicionales como el fonio, el mijo y el caupí han reaparecido en los últimos años.  Del mismo modo, un número creciente de agricultores en Francia está sustituyendo sus cultivos de maíz por plantas del África subsahariana como el sorgo.

Ante el riesgo de sequía, otra solución consiste en buscar la diversidad de los cultivos y adoptar un enfoque agroecológico7. El objetivo es preservar la biodiversidad y los recursos naturales combinando los conocimientos tradicionales con la investigación científica en áreas como la agronomía, la economía y la sociología. La creación de sinergias entre las plantas cultivadas, los animales y los árboles permite aumentar la producción, limitando al mismo tiempo el uso de fertilizantes y pesticidas químicos. En Senegal, por ejemplo, la introducción de ciertas especies de leguminosas (moringa o faidherbia albida) ha contribuido a fijar el nitrógeno, mejorar la salud del suelo y reducir la necesidad de comprar abono nitrogenado8.

La innovación también ofrece oportunidades. Gracias a los sensores para medir la humedad del suelo y los niveles de hidratación de las plantas, a las plataformas de observación de las plantas y a las técnicas de inteligencia artificial, se están poniendo a punto en todo el mundo una serie de herramientas para evaluar y desplegar enfoques más eficaces de la gestión del agua9.

Ciudades: the drinking water challenge

Otro problema importante relacionado directamente con el cambio climático es el acceso de las personas al agua. La OMS estima que cada individuo necesita 50 litros de agua al día para satisfacer sus necesidades básicas10. Recibir esa cantidad está lejos de ser la norma, ya que se estima que 2.000 millones de personas corren el riesgo de sufrir estrés hídrico en 2022. Dado que se prevé que casi el 70% de la población mundial vivirá en zonas urbanas en 2050, incluidos 1.300 millones de africanos, el reto consiste en garantizar que las ciudades tengan acceso al agua. Según el Instituto de Recursos Mundiales (WRI)11, 17 países, entre los que se encuentran Arabia Saudí, India, Irán y Pakistán, sufren ya un «estrés hídrico extremo» debido a las escasas reservas de agua dulce, la mala gestión del agua y la inutilización de las aguas subterráneas en épocas de sequía. En los últimos años, el agotamiento de los recursos hídricos también ha amenazado a megalópolis muy pobladas, como São Paulo en Brasil y Chennai en la India.

Una de las situaciones más críticas se ha producido en Ciudad del Cabo (Sudáfrica). Después de tres años sin apenas precipitaciones, las reservas de agua dulce de la ciudad cayeron por debajo del 30% debido a una combinación de cambio climático y mala gestión del agua. Las autoridades de la ciudad dejaron claro a los ciudadanos que el «Day Zero» -cuando el agua del grifo no estuviera disponible- se produciría probablemente un año después.

Se ha hecho un gran esfuerzo para garantizar un acceso fiable al agua a todos los habitantes de la ciudad. Se han introducido políticas de precios, normativas y campañas de concienciación, especialmente para las comunidades de los asentamientos informales, para facilitar el acceso al agua y fomentar el uso responsable de los suministros. También se ha hecho un esfuerzo por mejorar el uso del almacenamiento de agua de lluvia, al tiempo que se han aclarado las responsabilidades de cada autoridad pública implicada y se ha mejorado la cooperación entre los servicios de la ciudad.

Shanghái, Ciudad de México, Los Ángeles, Manila, Yakarta, Estambul… los principales centros urbanos del mundo trabajan desde hace varios años para reducir los riesgos de escasez de agua. El Cairo, por ejemplo, se apoya en la solidaridad entre las distintas partes del país en forma de trasvases entre cuencas hidrográficas a través de canales. Una solución de larga data para mejorar la gestión de las reservas es la construcción de presas, de modo que se pueda suministrar agua embalsada a un lugar deseado cuando sea necesario. Aunque el coste financiero -y ecológico- de la construcción de presas es especialmente elevado, tienen la ventaja de poder producir energía sin carbono.

Otras posibilidades son el uso sostenible de las aguas subterráneas (como en Sao Paulo o Nueva York) o la desalinización del agua de mar. El Instituto Francés de Relaciones Internacionales (IFRI) estima que hay 21.000 plantas de desalinización en funcionamiento en todo el mundo, una cifra que se ha duplicado desde 201212. Esta opción es la preferida por los Estados del Golfo, donde proporciona el 90% del agua de Kuwait y el 70% de la de Arabia Saudí. Aunque se espera que la capacidad de desalinización se duplique para 2030, la región no es ni mucho menos la única que utiliza esta tecnología, ya que países de África, América del Norte y América del Sur han puesto en marcha proyectos similares. Sin embargo, el proceso no está exento de inconvenientes: consume mucha energía y emite grandes cantidades de gases de efecto invernadero. Otro problema es la gestión de la salmuera, ya que las partículas de sal separadas del agua de mar se devuelven al océano, provocando un aumento de los niveles de salinidad en el mismo.

Desde el punto de vista económico y medioambiental, es evidente que no existe una solución ideal. Sin embargo, ante la magnitud del reto, todos los expertos están de acuerdo en un punto: cuando se trata de la gestión del agua, el primer paso es que los gobiernos, las empresas y el público en general sean sensatos en el uso de los recursos. Como parte de este enfoque, es necesario concienciar a cada individuo -mediante formación si es necesario- de los beneficios y la importancia vital del consumo responsable del agua.

Notes —
1. Source: the EU climate information service, Copernicus.
2. https://www.lesechos.fr/monde/europe/climat-lete-2022-est-le-plus-chaud-jamais-enregistre-en-europe-1786691
3. https://www.numerama.com/sciences/745366-5-milliards-dhumains-pourraient-ne-pas-avoir-un-acces-correct-a-leau-dici-2050.html
4. https://www.nationalgeographic.com/environment/article/himalaya-mountain-climate-change-report
5. https://www.geo.fr/environnement/triplement-des-pertes-de-recoltes-liees-aux-secheresses-en-europe-en-50-ans-204282
6. https://www.lemonde.fr/planete/article/2022/10/17/l-agriculture-chinoise-au-defi-du-rechauffement-climatique_6146074_3244.html
7. https://www.cirad.fr/espace-presse/communiques-de-presse/2022/l-agriculture-innove-pour-faire-face-au-manque-d-eau
8. https://theconversation.com/au-senegal-la-grande-caravane-de-lagroecologie-reprend-la-route-176575
9. https://theconversation.com/face-a-la-secheresse-innover-pour-transformer-notre-agriculture-187324
10. https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf0000367276
11. https://www.wri.org/news/release-updated-global-water-risk-atlas-reveals-top-water-stressed-countries-and-states
12. https://www.ifri.org/fr/publications/etudes-de-lifri/geopolitique-dessalement-deau-de-mer

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