5G: disruptivo y rehén de una tormenta geopolítica

5G: disruptivo y rehén de una tormenta geopolítica

La tecnología móvil de quinta generación representa un gran salto en el rendimiento en relación con la 4G. La velocidad, la latencia y la densidad de la conexión son récord y prometen mejoras significativas en la conectividad móvil de banda ancha super rápida.

Promocionada como una tecnología disruptiva que permite un diseño de red más ágil y facilita la innovación, la 5G está destinada a transformar sectores enteros de la industria. Automoción, transporte, sanidad, energía, medios de comunicación, agricultura y, por supuesto, la industria en su sentido más amplio: todos están replanteándose su futuro gracias a la transformación digital y al desarrollo de el Internet de las Cosas. Para 2030, es probable que haya unos 500.000 millones de objetos conectados en todo el mundo.

Esta transformación está dando lugar a nuevos usos y, por lo tanto, a nuevos servicios, que de hecho requieren nuevos modelos de negocio: un cambio de paradigma en el contexto del gran desafío industrial de la 5G.

El espectro: un recurso limitado pero esencial

La información que viaja a través de las redes móviles utiliza ondas de radio. Estos recursos pertenecen a los estados y constituyen un desafío clave para los operadores de telecomunicaciones en la carrera por ofrecer servicios 5G. A menudo se asignan a los operadores a través de subastas.

El riesgo de que los precios lleguen a niveles asombrosamente altos es real, como ocurrió en Italia en octubre de 2018, cuando el precio total de todos los bloques de frecuencias subastados alcanzó la asombrosa cifra de 6.550 millones de euros. Ante el creciente consumo de datos móviles y la consiguiente necesidad de una capacidad cada vez mayor, estos recursos de espectro, aunque esenciales, también distan mucho de ser infinitos.

Y esta ecuación no es fácil de resolver si se tiene en cuenta que el vídeo, que actualmente representa más del 60% del tráfico de datos móviles, se estima que representará el 79% en 2022.

5G: un desafío económico

El despliegue de la infraestructura de la red requiere un alto nivel de inversión, con un promedio del 18 al 20% de los ingresos de los principales operadores de la Unión Europea, sin incluir el costo de la compra de espectro. Esto complica la ecuación de rentabilidad económica para los operadores, especialmente dado que los modelos de negocio asociados aún no han sido construidos.
Sin embargo, se está trabajando para normalizar las interfaces de radio y armonizar las frecuencias en todo el mundo. Esta labor, que debería concluirse a finales de 2019, garantizará un despliegue coherente de las redes 5G a gran escala, las primeras de las cuales se espera que se materialicen a partir de 2020 ó 2021.

Mientras tanto, los operadores han estado desde 2017 compitiendo para probar redes piloto, principalmente en los mercados móviles avanzados de Europa, Asia-Pacífico y América del Norte.

Pero la controversia que surgió a finales de 2018 entre los Estados Unidos y Huawei, el principal proveedor mundial de equipos de redes de telecomunicaciones y líder en teléfonos móviles, está creando incertidumbre sobre el calendario de despliegue. Los Estados Unidos acusan al fabricante chino de violar las sanciones contra Irán y de robar secretos comerciales de uno de sus socios, el operador T-Mobile.

5G atrapado en una tormenta geopolítica

Por razones de seguridad nacional y en medio de las sospechas de espionaje a través de los equipos de telecomunicaciones instalados en su territorio, los Estados Unidos han prohibido a todos los fabricantes chinos suministrar equipos de redes de telecomunicaciones, incluidos los equipos 5G, a partir de agosto de 2018. A partir de ahora, los principales proveedores del mercado estadounidense son los fabricantes europeos de equipos Ericsson y Nokia y el fabricante coreano Samsung.

Con este telón de fondo, los Estados Unidos están alentando fuertemente a otros países – y a la Unión Europea en particular – a seguir su liderazgo en lo que respecta a su propia infraestructura 5G. Hasta la fecha, Canadá, Australia, Nueva Zelanda y Japón también han prohibido a Huawei como proveedor. Alemania, el Reino Unido, Francia y Polonia están tratando de encontrar soluciones menos drásticas.
El asunto de Huawei no sólo está complicando las conversaciones comerciales entre China y los Estados Unidos, sino que además parece haber desencadenado una verdadera tormenta geopolítica, tomando a 5G como rehén.

Durante el mayor evento de telecomunicaciones del mundo, el Mobile World Congress 2019, celebrado en Barcelona a finales de febrero, se habló mucho de teléfonos móviles plegables, de innovación y de usos para 5G. Pero el asunto Huawei y sus consecuencias fueron omnipresentes.

— Rabindra Rengaradjalou, Senior Advisor Telecoms, Credit Agricole S.A.

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